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Martha Vargas

Instructora Certificada de PSYCH-K®. Experta en reprogramación y catalización subconsciente.

¡Las emociones nos hacen invencibles!

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Has escuchado a alguien decir “¡Quisiera que se me quite ya esta alegría que siento!” No, ¿verdad? Por otro lado, con frecuencia escuchamos decir, “Ojalá ya se me pase la tristeza”, ¡o “Quisiera no sentir tanta rabia y tanto dolor!”.

 

Desde niños nos enseñaron a clasificar las emociones humanas en buenas o malas, a darle la bienvenida a lo que se siente bien y a evitar lo que se siente mal. A través de la vida recibimos una y otra vez el condicionamiento o la programación de lo que la cultura cree con respecto a las emociones humanas, y en particular, las creencias limitantes con respecto a ellas.

 

En el viaje de la experiencia humana las experiencias de la vida que nos traen mayores aprendizajes, lecciones y enseñanzas, suelen ser las difíciles y dolorosas. Debido a que crecimos en una cultura dramática, aprendimos a poner nuestra atención en los eventos difíciles por largo tiempo, a analizarlas tratando de entender porque nos pasan estas cosas y a compartirlas una y otra vez con otras personas buscando consuelo y empatía. Nos deleitamos en revisitar estas experiencias con frecuencia y las re-sentimos. Digo “re-sentimos”, porque al recordar los eventos difíciles del pasado, los sentimos de nuevo en el corazón.  Volvemos a sentir dolor, tristeza, confusión, desasosiego, rabia, ansiedad, desolación, etc. y todo esta “bien visto” por la cultura, porque hay una creencia colectiva que es necesario pasar por el dolor en la tierra para ganarse el cielo. (¿Te suena familiar?)

 

Otro aprendizaje limitante con respecto a las emociones que llamamos “negativas” es que como resultado de experiencias traumáticas de infancia (por abandono, por ausencia, por violencia verbal, etc.) fuimos perdiendo la confianza en la gente a nuestro alrededor y nos hacemos aparentemente independientes, fuertes, perfeccionistas y controladores., y es preferible no permitir sentir mucho por alguien, para evitar que otra persona nos vuelva a fallar. Dejamos de estar emocionalmente disponibles y lo cubrimos con la fachada de la persona fuerte, independiente, que puede con todo y con más. Así, creemos que evitamos que el dolor pueda entrar en nosotros de nuevo; pero tampoco puede entrar el amor.

 

Muchos de nosotros también aprendimos de la familia que hay que ser fuertes todo el tiempo, que hay que poder con todo y que pedir ayuda y demostrar las emociones “negativas” es para los debiluchos (¿Ya viste la película Encanto?). Nos ponemos corazas fuertes para “no sentir” el dolor, para que nadie se dé cuenta de lo que nos pasa, y nos ponemos la capa y la espada de los “guerreros independientes y luchadores” que pueden con todo y no necesitan a nadie y que además no podemos quedarle mal a los demás. Y vamos por la vida orgullosamente con esa coraza que nos ayuda a cumplir con las expectativas de la cultura, de la persona que puede con todo y que sonríe a pesar del dolor que lleva por dentro. ¡Que cansado!

 

La capa, la espada, la coraza son para quienes están en guerra o para quienes esperan que la guerra llegue siempre a sus vidas. ¡Para quienes viven en la “lucha” permanentemente!

 

Súmale a lo anterior, que además aprendimos que las emociones, actitudes y sensaciones humanas, nos llevan por el camino del mal, y nos alejan de lo “espiritual”. Estos mensajes — que recibimos desde la infancia — nos enseñan a creer que lo “humano” es algo que hay que rectificar, que las emociones humanas son fuente de maldad o debilidad. Aprendimos a tener miedo de nuestra experiencia humana por lo cual las emociones como la rabia, la frustración, el desconcierto, la confusión o la tristeza, deben ser contenidas o negadas porque son la evidencia de la debilidad humana. Aprendimos también a temerle a las sensaciones asociadas con el cuerpo humano, a todo lo relacionado con la sensualidad, al placer que nos traen los sentidos.

 

La reflexión a la que esto nos invita es si el Gran Espíritu / Universo / Fuente / Dios / Energía / Unidad, crea y elige la experiencia humana para expandirse, ¿por que crearía emociones, sentimientos o sensaciones que debemos negar, reprimir o contener? ¿Sera entonces que estos sentimientos, sensaciones y emociones humanas son la invitación para crecer, para evolucionar, para expandirnos?

 

·      ¿Que pasaría en tu vida si pudieras recuperar la confianza en los demás y recordar que es tu derecho natural ser amado, que tienes valor por existir, que eres merecedor de todo lo bonito y bueno de la vida? 

·      ¿Que pasaría en tu vida, si encontraras una manera de transformar el miedo aprendido en la infancia y pudieras mirar la vida con ojos de paz?

·      ¿Que pasaría si lograras transformar la desconfianza para sentirte cómodo con todas tus emociones y no tener que ocultarlas o aparentar estar bien siempre?

·      ¿Que pasaría si pudieras creer que mereces que alguien te ame, que mereces dicha y dulzura en tu vida, que es tu derecho natural amar y ser amado?

·      Que pasaría si lograras cambiar la percepción que tienes de los eventos y situaciones dolorosos/traumáticos para desvincularte del pasado y dejar de intoxicarte una y otra vez, en ese ciclo recurrente y sin fin.

·      Que pasaría si permites que otros te ayuden, que otros te brinden apoyo y soporte?

·      Que pasaría si aprendes de tus emociones “negativas” asi como también de las positivas?

 

 

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Muchos de nosotros también aprendimos de la familia que hay que ser fuertes todo el tiempo, que hay que poder con todo y que pedir ayuda y demostrar las emociones “negativas” es para los debiluchos

 

 

Rob Williams, Originador del proceso de auto-realización llamado PSYCH-K®, dice que las emociones nos hacen invencibles, nos ponen en movimiento, nos hacen cuestionar nuestras actitudes y comportamientos, nos hacen evaluar con amorosa compasión nuestra experiencia humana, para encontrar la manera de recordar nuestro poder interior y nuestra esencia divina.

 

 

Al cambiar la percepción limitante aprendida de la cultura, con respecto a los retos que nos ha presentado la vida, logramos descubrir las lecciones y mensajes, nos hacemos más fuertes, más compasivos, más resilientes y más agradecidos. En otras palabras, las lecciones aprendidas e integradas de las emociones de los momentos difíciles y dolorosos, nos hacen mejores seres humanos. Y es así como los eventos difíciles y las emociones que surgieron de ellos, se tornan en bendiciones y regalos que nosotros mismos nos hacemos.

 

Mirar TODAS las emociones como una fuente de crecimiento –– tanto las emociones “negativas” como las “positivas” –– nos permite descubrir que se puede aprender tanto de las experiencias que traen dolor, confusión, desconcierto como de las experiencias que traen dicha, alegría y bienestar. Este aprendizaje es el camino para transformar los patrones de comportamiento necesarios que nos permitan evolucionar y alinearnos con las elecciones diarias que nos acerquen a una mejor versión de nosotros mismos. Elecciones basadas en amor, en compasión, en dulzura y no en el miedo de no cumplir las expectativas de la cultura.

 

Estas reflexiones surgen de nuestra intención de ayudar a resolver el Síndrome de Ilusión de Separación para crear el paraíso en la tierra – Tu puedes elegir seguir viviendo como aprendiste de la cultura y de tu familia, con el fundamento subconsciente limitante que promueve el drama y la separación, o puedes encontrar la manera de transformar las creencias y condicionamientos a nivel subconsciente para hacer una elección diaria de VIVIR en mas dicha y de honrar la elección del Gran Espíritu de regalarnos esta VIDA.

 

Hay muchas maneras para encontrar como VIVIR mejor – nuestra propuesta se basa en el proceso llamado PSYCH-K®, que tiene como propósito darte una herramienta viva, que te permita acceder a tu mente subconsciente para darle nueva información basada en tu elección amorosa de ser el mejor ser humano que puedes ser. Por esta razón, PSYCH-K® es un proceso espiritual de auto-realizacion.

 

Para mas información visita marthavargas.org

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Martha Vargas

Mi nombre es Martha Vargas

Soy una persona como tú. Mi búsqueda de paz interior inició a temprana edad, cuando mi papá eligió terminar esta experiencia humana en lo que nuestra cultura llamaría un suicidio. La vida simplemente se había vuelto demasiado para él.

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